Carreteras y Caminos

Vista de Salamanca desde la carretera de Madrid, foto de Laurent et Cie.
publicada en su catálogo de 1879, por tanto anterior a ese año.

Carretera de Madrid- Venancio Gombau

Vista de Salamanca desde la carretera de Madrid


 Camino a Tejares, RUTH M. ANDERSON


Camino a Salamanca desde Los Villares de la Reina, Luis Cortés

Guardia Civil cruzando el puente de Federico Anaya (¿?), Luis Cortés

Calle Buenaventura. Fotografía de Guzmán Gombau

Carretera de Ledesma. Fotografía de Guzmán Gombau



Llegando a Salamanca.
Fotografía realizada desde el coche de unos “valientes” turistas a mediados de los años 50

Sin ABS, ESP, TCS, TPMS, GPS, airbag, ni siquiera cinturón de seguridad, cuyo uso no fue obligatorio en España hasta 1974, así, a “pecho descubierto”, se enfrentaban los “intrépidos” conductores de los primeros años 50 a estas carreteras salmantinas, estrechas, sin señalizar, sin arcén, con baches, fuertes pendientes y curvas peligrosas, tristes herederas de los caminos de carros y diligencias. 

Al iniciarse el siglo XX, tras la desidia en el siglo XIX en la construcción y mantenimiento de carreteras a favor del trazado de líneas de ferrocarril, las pocas vías que no eran puramente caminos terreros y podían ser consideradas carreteras disponían de un pavimento irregular, generalmente de macadam que desprendía una gran cantidad de polvo, y con un trazado poco estudiado con curvas cerradas y fuertes desniveles. Por ellas circulaban todo tipo de vehículos de tracción animal generalmente destinado al transporte de mercancías y también, aunque para desplazamientos cortos, al de personas. Su trazado solía estar acompañado de árboles que proporcionaban sombra a bestias y viajeros, costumbre que perduró hasta bien entrado los años 70, los arboles con una línea blanca pintada en su tronco se convertían en mortales dianas para todo aquel que osara salirse de la vía. 
La aparición, en principio reducida, del automóvil dejó en evidencia lo poco conveniente de estos viales. En España esta situación trató de solucionarse a partir de 1906 con la utilización del asfalto. 
En 1926, ya con cerca de 140.000 vehículos a motor en España (menos de 2.000 en la provincia de Salamanca, siendo la SA1452 la última matrícula autorizada de ese año), se puso en marcha el Circuito Nacional de Firmes Especiales con el fin de dotar al país de una red de carreteras digna que favoreciera la industrialización y el turismo. Salamanca participó de este Circuito dentro de la N-501 (La Coruña - Benavente - Salamanca - Ávila - Villacastín), de la N-620 (Burgos - Valladolid - Salamanca) y su prolongación la CL-517 (Salamanca - Vitigudino - Portugal). 

Los innegables avances en la red de carreteras continuaron durante la II República pero la Guerra Civil los frenó en seco. La contienda terminó con gran parte de las estructuras viarias y casi la mitad del parque móvil español y sobre todo abrió un periodo de carestía general, motivada por el aislamiento del país, que también alcanzó a los materiales de construcción e imposibilitó la renovación y el mantenimiento de las carreteras. El deterioro se hizo más que patente.

La situación no cambió hasta que en 1953 el capricho norteamericano, que vio en España más un aliado contra el comunismo que un enemigo contra la libertad, consintió la firma del Tratado para la Ayuda Económica y Mutua Defensa que permitió la entrada de financiación extranjera y abrió el periodo que hemos dado en llamar “Desarrollismo”.
Sin embargo, para nuestra provincia fue tal el retraso acumulado que hasta 1999 lucimos el dudoso honor de ser, junto a Teruel, la única provincia sin un kilómetro de autovía.
(La imagen, realizada desde un taxi, corresponde con los últimos kilómetros de la carretera de Alba antes de llegar a Salamanca)
© C.H. fc 13/02/17 Rev. 00