Los Sucesos del 2 de abril de 1903



A Eduardo Huebra que me obligó
a conocer esta historia.



“El recuerdo de los escolares muertos se va esfumando, poco á poco, en nuestro corazón. ¡Pobrecillos! Dentro de algunos años, cuando otra generación pueble la tierra, serán dos nombres sin contenido, dos cadáveres más del cementerio, los nichos número tantos de tal fila ó dos lápidas que se encuentran en tal sitio…”
JOSÉ SÁNCHEZ ROJAS




Uno de los escenarios de los hechos. Foto Luis G. de la Huebra




En abril de 1903, una manifestación estudiantil originada por un asunto sin importancia, provocó una desmedida respuesta de la Guardia Civil actuando bajo las órdenes del gobernador provincial. Como resultado de las descargas de fusilería de la Benemérita, resultaron muertos dos estudiantes universitarios y varios heridos de diversa consideración. La ciudad condenó unánimemente la agresión pidiendo el cese del gobernador y los jefes de la Guardia Civil. El entierro de los estudiantes fue la mayor manifestación de duelo nunca vivida en las calles de nuestra ciudad. Sin embargo el suceso tardó poco tiempo en olvidarse, sin duda porque los graves sucesos fueron utilizados como arma política de resultados imprevisibles.



La política…

Mientras avanzaba tímidamente hacia la modernidad, la España de 1900 se encontraba sumida en una profunda crisis económica agravada, si cabe, por los últimos acontecimientos del siglo XIX: la derrota en la guerra contra Estados Unidos y la pérdida de las últimas posesiones coloniales. El régimen de monarquía parlamentaria establecido desde la restauración, que alternaba en el gobierno a los partidos conservador y liberal, acusaba síntomas de descomposición ante la falta de apoyo social y el empuje cada vez mayor de partidos republicanos, anarquistas y de izquierdas relacionados con el movimiento obrero.
Tras el turno liberal en el gobierno, en diciembre de 1902, tocó formar gobierno al conservador Silvela con Fernández Villaverde en la cartera de Hacienda y Antonio Maura en la de Gobernación, el equivalente actual al ministerio del Interior. Maura era un político de oratoria brillante pero de carácter soberbio lo que le aportó no pocos enemigos, venía de las filas del partido liberal al que había renunciado tras la toma de posiciones anticlericales de los liberales, lo que le proporcionó la acusación de estar manejado por los Jesuitas.
Villaverde, máximo representante del sector aristocrático de los conservadores, y Maura resultaron incompatibles en la gestión del gobierno al competir enconadamente por el liderato del partido conservador, ante la apatía de Silvela. En marzo de 1903, Villaverde dimite de su cargo ante un desacuerdo con Silvela y Maura por el equilibrio del presupuesto nacional, estos eran partidarios de ampliar los gastos de defensa y renovar la marina de guerra arruinada tras las derrotas sufridas, mientras que Villaverde pretendía atender la liquidación económica.
La dimisión del ministro de Hacienda, dejó a Maura como el ministro más fuerte del gobierno, más incluso que el propio Silvela que demostraba día a día más debilidad.
Pero sus problemas empezaron muy pronto con los sucesos de Salamanca.

D. Raimundo F. Villaverde foto Franzen
D. Francisco Silvela
D. Antonio Maura. Foto Kaulak

La educación……

La intelectualidad española consideraba la ignorancia y el atraso como las principales causas de la penosa situación en la que se encontraba el país y exigían al gobierno un mayor apoyo en materia educativa. En esta línea, aunque con actitud más reformadora, surgieron a finales de siglo las primeras “Unión Escolar” cuya afiliación republicana resultaba más que evidente.
La creación del ministerio de Instrucción Pública, en abril de 1900 durante un gobierno anterior de Silvela, pareció una concesión al cambio. Tras el breve paso por el ministerio recién creado de  Antonio García Alix, el cargo fue ocupado por Álvaro de Figueroa y Torres, I conde de Romanones. Durante su mandato se aprobó la mayor reforma educativa desde la ley Moyano de 1857, el Real decreto de 26 de octubre de 1901. A partir de esa ley, el sueldo de los maestros corrió a cargo de los presupuestos estatales y no de los Ayuntamientos.
A pesar de este gran cambio, la dotación económica para la educación continuó siendo insuficiente.

En marzo de 1903, el ambiente estudiantil se encontraba alterado por las protestas de los alumnos de las facultades españolas de Medicina que intentaban la supresión de las cátedras de especialidades, incorporadas a los estudios de medicina por el Real Decreto del 30 de septiembre de 1902.
El ministerio Instrucción Pública, cuyo titular era D. Manuel Allendesalazar, aplicó inicialmente con dureza los castigos previstos en los códigos escolares, cerrando facultades y expulsando alumnos, siendo reprimidas con violencia inusitada las manifestaciones de los estudiantes en algunas ciudades, es el caso de Valencia cuando el 13 de marzo su gobernador ante la negativa de deponer su actitud ordenó a la Guardia Civil cargar contra los manifestantes. El grave apaleo complicó el conflicto escolar que pasó a tener un trasfondo político, uniéndose a los estudiantes de Medicina los alumnos de Derecho y Ciencias y añadiendo a sus pretensiones la dimisión del gobernador.
A pesar de las promesas del ministro de instrucción pública de suspender los castigos impuestos, los disturbios se reproducen en Barcelona, Madrid y otras ciudades y se agravan considerablemente con el bautizo del infante Fernando hijo de María de las Mercedes de Borbón y Habsburgo-Lorena, hermana de Alfonso XIII.

El conflicto, que se preveía largo y difícil, finalizó contra pronóstico rápidamente con la claudicación del ministerio y la publicación en la Gaceta de Madrid del día 17 de una Real Orden en donde se indica que una vez restablecida la disciplina académica, se resuelven en estricta justicia las peticiones formuladas por los alumnos, y de acuerdo con los informes favorables de los jefes de los establecimientos se conceda indulto a los alumnos de las cátedras clausuradas.
La rápida resolución se debió muy probablemente a una decisión política ante el temor a la deplorable imagen que podría generar el conflicto en el extranjero en vísperas del Congreso Internacional de Medicina que se celebraría en Madrid.
Sin embargo, la fuerte represión inicial hizo correr el rumor de que el propio Maura había dado la orden de no limitar el uso de armas para sofocar motines y protestas. Maura siempre lo negó, pero El Heraldo madrileño le bautizó como “Antonio Mauser”.
A pesar de la resolución del conflicto estudiantil, en Valencia se siguió pidiendo la destitución de su Gobernador Sr. Martos.


La Salamanca de 1900…..

Los problemas de la ciudad, amplificados por la crisis, dividían profundamente la Salamanca letrada de principios de siglo. Problemas endémicos unos, como la situación higiénica de una ciudad carente de alcantarillado, y otros de reciente discusión como la “cuestión social”. Los enfrentamientos dialécticos entre, por un lado conservadores y católicos, más o menos integristas, y por el otro, liberales, republicanos y representantes obreros, son intensos y a veces extravagantes.
Mientras tanto, las clases menos favorecidas padecían los rigores de la crisis: paro, hambre y una alta tasa de mortalidad.

En aquellos momentos, en la Universidad de Salamanca sólo era posible cursar las licenciaturas de Derecho y de Filosofía y Letras, siendo las enseñanzas de Medicina y Ciencias impartidas por las Facultades Libres que mantenían económicamente la Diputación Provincial y el Ayuntamiento de Salamanca.
Los estudiantes salmantinos de Medicina secundaron las huelgas de marzo dirigidos por la recién creada Unión Escolar de Salamanca que presidía el joven estudiante de medicina D. Filiberto Villalobos, más por apoyar solidariamente a sus compañeros de Madrid, Zaragoza, Santiago y otras ciudades españolas, que por propio convencimiento.
Otros problemas como el intento de anulación de la libertad de cátedra, la posible supresión de las Facultades Libres, e incluso el temor a la desaparición de la Universidad ante un proyecto de reducción del número de estas en el país mantuvo en vilo a la comunidad universitaria salmantina que apoyada por la mayor parte de la ciudadanía utilizó todos los recursos a su disposición para conseguir sus objetivos. La manifestación en las calles de la ciudad fue uno de estos métodos usados para llamar la atención de los dirigentes de la centralizada educación española, sin embargo el orden público nunca se resintió gravemente.

Nada hacía presagiar los luctuosos hechos que sucederían y que contribuyeron a la caída del gobierno de Silvela en julio de 1903.
Los motines y revueltas estudiantiles de ciudades como Madrid, Valencia, Barcelona o Zaragoza, en donde se llegó a poner en discusión la monarquía, la propiedad privada e incluso la patria, no alcanzaron el nivel de represión de lo ocurrido en Salamanca, suceso que además fue originado por un tema menor.
La extralimitación de la Guardia Civil en la represión a los estudiantes de Salamanca no hubiera bastado para forzar la dimisión de Maura, ya que desgraciadamente la violencia era un fenómeno común en esos años, pero generó una mala opinión pública que unida a su sincera intención de acabar con el caciquismo imperante para garantizar la limpieza en las elecciones que se celebrarían a finales de abril, le llevó al borde de la destitución, tras la acusación, por parte de sus correligionarios, de que tales ideas habían provocado la victoria republicana en algunas ciudades. La destitución finalmente se produjo en el mes de julio por decisión real, tras el manejo de la voluntad del todavía adolescente Alfonso XIII, por el grupo de los aristócratas conservadores de Villaverde en lo que se dio en llamar la “Crisis Oriental” (Por el Palacio de Oriente). Inmediatamente, tras la destitución de Maura, el débil gobierno de Silvela cayó y Villaverde fue encargado de formar gobierno.
La derrota de Maura no fue definitiva y volvió al gobierno en diciembre, y esta vez, como Presidente del Consejo de Ministros, pero esto es otra historia.

D. Alberto Aparicio- foto ABC.
D. Joaquín Velasco
D. Miguel de Unamuno en 1903

Los hechos….

La noche del martes 31 de marzo de 1903, el estudiante aventajado de derecho D. José Mariano Laita y de la Rica, discutió con un mozalbete (varios jovenzuelos según El Lábaro) en un altercado en el que se llegó a las manos. El carácter violento de la pelea provocó la detención de los implicados, siendo citados para comparecer ante el inspector de vigilancia D. Serapio Benito a la mañana siguiente.

A las 11 de la mañana del miércoles día 1, se presentó el Sr. Laita al interrogatorio. Las versiones sobre lo sucedido varían según la fuente que consultemos. Según el diario El Lábaro, el Sr. Laita al salir del interrogatorio comenzó a cantar, acto que al Sr. Benito debió de parecerle mal, pretendió detenerle y encontrando resistencia por parte del estudiante, fue golpeado y, al parecer, recluido en el calabozo. Según El Adelanto, el Sr. Laita se quejó ante el inspector que este no hubiera requisado una navaja de muelles al individuo con el que tuvo la discusión, cuando la ley prohíbe ese tipo de armas y el inspector conociera su existencia. El Sr. Benito replicó que conocía muy bien las leyes y cuál era su obligación, excitándose los ánimos. En vista que la discusión no llevaba a conclusión alguna, el estudiante decidió marcharse. Cuando llegaba al patio fue detenido por un ordenanza de telégrafos y el inspector que corría tras él le propinó algunas bofetadas 1.

La noticia llegó rápidamente a los ambientes universitarios y los alumnos organizaron una reunión inmediata con el objeto de exigir una reparación.
Esa misma tarde los estudiantes acudieron frente al Gobierno Civil en la plaza de Anaya para pedir la destitución del inspector de vigilancia. Las comisiones organizadas para parlamentar con el gobernador no parecieron alcanzar buen puerto y los ánimos se encresparon produciéndose griteríos y apedreamientos sobre el edificio del gobernador y sus defensores. Las cargas de la Guardia Municipal y de la Benemérita provocaron carreras y sustos, logrando disolver a los manifestantes que fueron convencidos por el rector de deponer su actitud, dándoles palabra de solucionar el conflicto.
De los hechos, el gobernador, D. Joaquín de Velasco y Rodríguez Vera, informó al ministro de la Gobernación, Sr. Maura, mediante el siguiente telegrama:

Pongo en conocimiento de V. E. que efecto detención de un estudiante por escándalo y riña en la vía pública, se han alborotado sus compañeros, silbando al inspector de vigilancia, situándose frente al Gobierno civil. A una comisión que se me presentó pidiendo castigo del inspector por maltratar al estudiante detenido, ofrecí obrar en justicia, pero exigiéndoles la inmediata disolución de la manifestación, sin lo cual no podía acceder a sus deseos. Al saber los manifestantes, el resultado de la conferencia lanzaron piedras contra el Gobierno civil, y la policía dispersó a los alborotadores, que serían en número de 300. Entregaré a tribunales autores de la algarada. Reina la tranquilidad.

El Sr. Maura contestó en estos términos:

Recomiendo a V. S. que ponga idéntico esmero en sostener con firmeza el principio de autoridad y en hacer justicia si resultare bien comprobada alguna culpa imputable al inspector o cualquier dependiente de su autoridad. Mientras la animosidad sólo provenga del penoso cumplimiento de sus deberes, débesele de pleno derecho y con estrechísima obligación todo el apoyo; pero si hubiera incurrido verdaderamente en alguna culpa, de la cual no hallo mención en referencias de V. S. debierase aplicar proporcionado correctivo. Espero que estudiantes se, aquietarán ante recto proceder de V. S., sea cual sea la determinación justa; pero si persistieran caprichosamente en el disturbio, procure V. S. cooperación de autoridades académicas y vigile la vía pública para impedir desde los comienzos cualquiera asonada midiendo según necesidad estricta, la energía con lo cual evitará que sobrevenga trance de mayor rigor.

José Sánchez Rojas en carta remitida a El Adelanto y publicada por este el 8 de abril, nos dio la versión de la reunión con el gobernador desde el punto de vista de los estudiantes.

José Sánchez Rojas. Foto de
Entre el Tormes y Butarque
Fui comisionado en la primera visita que los estudiantes hicimos a... Velasco. Acompañaba a los señores Peñuela, San Segundo, Martín Lázaro y González Cobos. Le saludamos haciendo esa ceremonia de doblar el espinazo, que está al uso entre la gente oficialesca. No contestó al saludo. Le expusimos el objeto de la visita y nos replicó aquel tirano infame, con el gesto que pudiera hacerlo cualquiera de esos que usan las navajas que en su provincia se estilan, en estos términos: "No tengo que darles cuentas de nada. Ustedes no son más papistas que el papa “. Como alguno de nosotros, me parece que el señor González Cobos, le replicase en muy buenas formas, que podría suponerse el espíritu de clase que entre nosotros existe y la protesta que formularíamos por los medios legales, volvió a replicar: « Que con nosotros no ventilaba nada. Que subiera el atropellado señor Laita. Subió Laita y subimos nosotros. Ni nos mandó sentar ni cruzó ninguna palabra cariñosa. Entonces ese desdichado Velasco la cogió con el atropellado en tales formas, que tuvimos que despedirnos violentamente. Visitamos al señor Unamuno acto seguido, y le pedimos la clase de Fray Luis de León (cuya alma estará protestando ahora ante el trono del Altísimo), para formular una solemne protesta. Se interesó vivamente y nos concedió la clase. Nos hablaba como un padre a sus hijos. Cuando al día siguiente le vi cruzar impávido entre las balas, pensé que era enorme la diferencia entre una autoridad académica y una autoridad gubernativa. ..........Esto es lo que aconteció con las dos primeras comisiones. De la tercera tengo noticias que no se la recibió siquiera. Yo no formé parte de ella. Y como entiendo que el único, que el exclusivo origen del motín del miércoles y de los asesinatos del jueves, ha sido la descortesía y destemplanza del Gobernador destituido, no me parecen pruebas inútiles los hechos que en estas líneas consigno..

Las gestiones del rector que, acompañado del Sr. Pinilla, realizó en la visita al gobernador, tampoco lograron alcanzar ninguna solución y los estudiantes volvieron a las ocho y media de la mañana del jueves 2 de abril a la plaza de Anaya exigiendo la destitución del inspector y explicaciones del Sr. gobernador. El griterío y el apedreamiento continuaron a pesar del intento de disuasión del rector Unamuno desde las mismas escalinatas del palacio, donde corrió el riesgo de ser malherido.
Del patio del gobierno civil salieron las fuerzas municipales dirigidas por D. Serapio Benito para cargar sobre los estudiantes que huyeron en desbandada, muchos se refugiaron en el edificio de la Universidad. A las fuerzas del Sr. Benito se unieron piquetes de la Guardia Civil y una sección de infantería con la intención de cargar sobre los manifestantes.
Los guardias a caballo penetraron en los claustros y azuzaron a los estudiantes allí donde se habían refugiado. Según El Lábaro desde el piso superior de la universidad se arrojaron lluvias de piedras sobre las fuerzas del orden, mientras que el Adelanto sostuvo que, con las ventanas cerradas, algunos alumnos presenciaron las carreras y las cargas de los civiles. Sobre esas ventanas se produjo una descarga cerrada de los fusiles de la Guardia Civil, que se había colocado en el atrio de la Catedral. Poco después una nueva descarga se abate sobre los alumnos que se encuentran a las puertas del Instituto, en el Patio de Escuelas. Hay dos estudiantes muertos, varios heridos y, sobre todo, mucha confusión.

En el piso superior de la Universidad murió el alumno de preparatorio de la facultad de Derecho, Federico García Gómez y en la carga del Instituto cayó muerto Hipólito Vicente, alumno de segundo curso de Medicina. En el vestíbulo de la Universidad resultó herido gravemente con un balazo en el estómago el estudiante de cuarto curso de Medicina, Emilio Carreras, además de diversos heridos de menor gravedad. Algunos profesores se encontraban con los alumnos a las puertas del Instituto cuando se produjo la carga, el Sr. Boyer, cuya capa recibió cuatro balazos, el Sr. Reimundo, y Navarro, el decano de Ciencias Sr. No, el director del Instituto Sr. González Domingo, etc.
Además el decano de Letras, Sr. Miral y el rector de la Universidad Sr. Unamuno se encontraron junto a los estudiantes durante todo el tumulto, tratando de evitar el conflicto.

La ciudad conoció rápidamente la noticia y la repulsa a la desmedida respuesta al motín es unánime. Pronto toda ella pedirá la destitución del inspector D. Serapio Benito y la del gobernador D. Joaquín de Velasco.
Una calma tensa se apropió de la ciudad. Mucha gente visitaba los lugares donde habían sucedido los hechos, mientras las instituciones de la ciudad se reunían para analizar la situación.
El Ayuntamiento se encontraba reunido en sesión permanente, llegando a diversos acuerdos resumidos en el siguiente telegrama enviado a Madrid.

Alcalde de Salamanca, Sr Cuesta al Presidente Consejo Ministros y Ministro Gobernación: Por consecuencia de los tristes sucesos de que ha sido teatro esta población, mañana de hoy, convoqué Ayuntamiento sesión extraordinaria permanente, acordándose por unanimidad, después de oír Gobernador y referencias imparciales, elevar a V. E. respetuosa y enérgica protesta por las imprevisiones que han originado desgracias que lamentamos, y en evitación de mayores males, dada excitación opinión pública destitución Gobernador e inspector primero vigilancia, rogando V. E. ordene se depuren responsabilidades.

Así mismo, se nombró una comisión para viajar a Madrid para pedir justicia y explicaciones.
En el edificio del Gobierno Civil, protegido por la Guardia Civil, se hallaba constituida desde las tres y media la Junta Magna de Autoridades, compuesta por el presidente de la Audiencia, el gobernador militar y el alcalde, sin que trascendiera nada de lo tratado allí, salvo el hecho de haber celebrado una larga conferencia con el ministro de la Gobernación, luego se supo que durante la conferencia el ministro había aceptado la dimisión del Sr. Velasco, nombrando gobernador interino a D. Alberto Aparicio, presidente de la Audiencia, comunicándolo posteriormente por telegrama a las autoridades locales.

Comisión conjunta del Ayuntamiento y Universidad que
acudió a Madrid, la fotografía fue obtenída en la sede
madrileña de la Unión Escolar por el fotógrafo Candela .

A las cinco, se reunió el Claustro Universitario en sesión extraordinaria para ratificar los acuerdos a los que se había llegado en una reunión de urgencia celebrada por la mañana tras los sucesos. Entre estos acuerdos estaba solicitar la destitución del gobernador y del comandante de la Guardia Civil y la intención de ejercer la acción popular en la querella judicial que habría de iniciarse con motivo de los lamentables sucesos. También se acordó costear el entierro de las víctimas junto al Ayuntamiento y que el rector reclamase los restos de las víctimas tras la autopsia y los requerimientos de rigor. Al igual que lo había hecho el Ayuntamiento se nombra una comisión para viajar a Madrid esa misma noche para explicar al Gobierno lo ocurrido y pedir justicia. La comisión nombrada la formaron los señores Mirat, Partearroyo y Boyer como testigos presenciales y los señores Concha Alcalde y González Domingo.
Tras la reunión, el rector se dirigió a los alumnos pidiendo prudencia e indicándoles que la Universidad hacía suya la ofensa recibida por los estudiantes.

“Hoy es un día de luto para nuestra Escuela, atropellada, y para la ciudad toda de Salamanca. La gravedad misma de los sucesos, la sangre derramada y los infelices que han perdido la vida, os exigen la mayor prudencia. El Claustro General extraordinario de esta Escuela se ha reunido esta mañana y ha tomado sobre sí, por acuerdo unánime, el doloroso deber de exigir las reparaciones y responsabilidades conducentes. Mas para ello es menester que procedáis con la más exquisita prudencia y demostréis con vuestra serenidad lo torpe que es hacer fuego sobre todos. Yo, que solo tengo recibidas de vosotros pruebas de cordura y que he visto esta misma mañana como cesabais en vuestra actitud con solo mi presencia, y sin más arma que ella, os ruego depongáis toda actitud levantisca y confiéis en nosotros, vuestros profesores, que  como a hijos os consideramos, y tomamos como nuestra ofensa que habéis recibido. Retiraos a vuestras casas, ya que mañana mismo, viernes de Dolores, empiezan aquí por antiquísima costumbre las vacaciones de semana de Pasión, que para vosotros ha empezado ya.
Vuestro Rector, Miguel de Unamuno. “

Esa misma tarde se reunieron los estudiantes y acordaron costear una corona a los compañeros muertos, ostentar lazos negros durante ocho días, asistir al entierro con las banderas de las Facultades enlutadas, ordenar se saquen mascarillas de los estudiantes fallecidos para colocarlas en el Paraninfo de la Universidad o en los lugares donde cayeron, darse de baja en todas las sociedades de recreo donde un oficial o jefe de este cuerpo sea socio y no haya sido expulsado e invitar a los vecinos a colgar en ventanas y balcones crespones negros en señal de luto. Seguramente también quedaron en ir a protestar a la plaza de Anaya pero esto no lo hicieron público.
La Cámara de Comercio, varias agrupaciones obreras y otras entidades populares celebraron también sesiones en vista de la gravedad de los sucesos.

Al obscurecer se había reunido mucha gente en la plaza de Anaya. Junto a los estudiantes se encontraban ahora grupos de obreros con objeto de protestar por los hechos acaecidos por la mañana. Se inició un apedreamiento que acabó con los pocos cristales que quedaban en el palacio, se dieron muchos mueras y silbidos y se oyeron algunos disparos de arma de fuego contra el Gobierno Civil. Esto provocó la carga de la fuerza del orden y las carreras consiguientes. Resultó herido por impacto de una piedra el teniente de la Guardia Civil Sr. Torrens y varios miembros más del cuerpo.
Poco después salió del cuartel del Trilingüe un escuadrón de Lanceros, que se retiró inmediatamente por orden de D. Alberto Aparicio, presidente de la Audiencia Provincial, ejerciendo ya como gobernador provincial interino. El Sr. Aparicio ordenó la retirada de toda fuerza de la Guardia Civil y decretó la suspensión del inspector de Vigilancia don Serapio Benito. Tan pronto como la muchedumbre conoció estos acuerdos cesaron las hostilidades y arrancaron los aplausos.

Sobre las siete de la tarde, con la retirada de la Guardia Civil aprovecharon los Señores Velasco y Benito para acompañarla, saliendo por una puerta accesoria del Gobierno Civil en la calle Palominos. Junto al comandante de la Guardia Civil, al capitán, a varios oficiales y unos cuarenta individuos se dirigieron hacia el cercano cuartel, donde el gobernador destituido permaneció hasta la una y media de la mañana cuando salió en coche hacia Alba de Tormes, acompañado de una pareja de civiles, con intención de tomar el tren de las siete de la mañana para Madrid. El suspendido inspector de vigilancia, aprovechando la noche se encaminó hacia su casa, pero fue reconocido y al acudir gente a increparle se refugió en una posada de la calle Varillas de donde fue sacado por la fuerza y conducido a empellones hasta la Plaza Mayor donde pudo refugiarse en la farmacia de Urbina con la ayuda de algunas personas que trataban de evitar una tragedia, de allí pudo salir, protegido por el Sr. Aparicio, cerca de las doce de la noche para huir de la ciudad.

Tras la noche de vigilia, la ciudad amaneció desierta.Sus habitantes temieron que se repitieran los sucesos violentos del día anterior. Las campanas de la Universidad sonaron a duelo. Las banderas de los centros oficiales de enseñanza ondearon a media asta y con crespones negros. Muchos balcones del centro lucían colgaduras de luto. Los estudiantes llevaban trajes negros. Para las diez de la mañana, la hora en que ocurrieron los sucesos, estaba previsto el cierre de los comercios. Era Viernes de Dolores. 
Los cadáveres que habían sido trasladados al anfiteatro del hospital después de haber cumplimentado las diligencias obligadas en el lugar de los hechos, fueron, sobre las diez de la mañana, sometidos a una autopsia cuyo resultado determinó en el cadáver de Federico García una herida de bala que penetró por la parte anterior e inferior de la región mamaria izquierda, destrozando completamente el corazón y saliendo por la región escapular derecha. En el de Hipólito Vicente se apreció una herida también de bala que penetró por la región trocantérea izquierda, saliendo por la parte superior del muslo derecho. Ambas heridas fueron pronosticadas de mortales por necesidad. Tras la autopsia los cadáveres quedaron todo el día expuestos al público en la sala de disección de la Escuela de Medicina, desfilando ante ellos miles de personas.

Reportaje de un recién fundado semanario ABC del día 09/04/1903 pág 7

La reacción….

Apenas conocidos los hechos en Madrid, los estudiantes de las distintas facultades se reunieron con el objeto de iniciar acciones de apoyo y de protesta. Una comisión formada por los señores Antonio Rodríguez Cid , José Martínez de Elorza, Carlos Lama y Feito y Enrique Martínez y Ruiz Delgado fue encargada de viajar a Salamanca para asistir a los funerales costeando el viaje de su propio bolsillo, se invitó a los estudiantes a depositar donativos en una suscripción abierta por la Unión Escolar para comprar una corona de flores que sería llevada por la comisión. Acordaron solicitar el procesamiento del dimitido gobernador de Salamanca y no asistir a clase hasta que se confirmase el procesamiento y pedir el apoyo de todos los estudiantes de España.
La Junta directiva de La Unión Escolar acordó ejercer la acción popular en el proceso contra el ex gobernador de Salamanca.
Terminada la reunión de los estudiantes, se dirigieron en manifestación hacia las dependencias gubernativas en donde se produjeron gritos y apedreamientos que fueron sofocados por los miembros de las fuerzas de orden público. Repitiéndose en varios lugares de la capital.

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Fotografías publicadas en la revista Nuevo Mundo el 11 de febrero de 1903.
1. Manifestación frente a la sede de la Unión Escolar en Madrid. Foto Rivero.
2. La manifestación en la plaza de Santo Domingo. Foto Rivero.
3. La Guardia Civil en la calle Embajadores. Foto Baglietto.
4. La bandera de la Universidad Central a media asta. foto Rivero.
5. El Gobernador de Madrid intentando hacer desistir de su actitud a los universitarios madrileños. foto Rivero.
6. Estudiantes madrileños con la corona enviada a Salamanca. Foto Rivero.
7. Algarada en la Puerta del Sol. Foto Rivero.
8. La manifestación detenida por la policía en la plaza de Isabel II. Foto Rivero.

En el Consejo de Ministros celebrado en Palacio, el señor Silvela informó a S. M. de los sucesos ocurridos en Salamanca y los desórdenes en Madrid. Se leyeron algunos telegramas del Gobernador señor Aparicio elogiando la prudencia y energía con que el rector y los catedráticos habían procedido y se expresaron los temores de que ocurrieran más desórdenes en Madrid y que se repitieran en otras Universidades.

También los decanos de todas las Facultades de la Universidad Central, acordaron unir su protesta a la del Claustro de Salamanca, y pedir un rápido y enérgico castigo de los culpables.

Las comisiones del Ayuntamiento y de la Universidad enviadas a Madrid fueron recibidas por el presidente del Consejo y el ministro de la Gobernación y les dieron seguridades de justicia, ordenando el nombramiento de un juez especial para depurar responsabilidades. En estos mismos términos, mediante un telegrama del ministro de Gobernación, el gobierno informa al Sr. Aparicio de la destitución definitiva del gobernador que era de Salamanca, señor Velasco y los nombramientos de jueces especiales para la depuración de los hechos y castigo de los culpables.

Una avalancha de telegramas de condolencias comenzó a llegar a la ciudad, los Ayuntamientos de Madrid, Zaragoza, Béjar, Ávila, Bilbao y Oviedo solo son los primeros de una interminable lista de Ayuntamientos, Universidades, corporaciones, asociaciones o agrupaciones de toda España además de personalidades individuales de la vida nacional.


El entierro….

Poco después de producirse los luctuosos sucesos del 2 de abril, Universidad y Ayuntamiento se ofrecieron para costear el entierro, que se celebraría el sábado día 4. Para este fin fue nombrada una comisión que estaba formada por los señores Gil Robles y Calzada por la Universidad y García Romo, Abarca e Íscar por el Ayuntamiento, que se encargaron de organizar y financiar el entierro.
Concentración en la plaza de Anaya.
foto Luis G. de la Huebra

Concentración en la plaza de Anaya.
foto Luis G. de la Huebra

Desde primeras horas de la mañana se vio mucha gente por las calles en actitud correcta y silenciosa. En el balcón del Ayuntamiento ondeaba el pendón de la ciudad a media asta y en la Universidad, la Audiencia, la Normal de Maestros y en la Unión Escolar lucía la bandera nacional también a media asta y con crespones negros. Muchos balcones amanecieron con colgaduras enlutadas, uniéndose a los que ya lucían el día anterior.

En los primeros trenes de la mañana llegaron las representaciones de la Universidad de Valladolid, formada por los catedráticos señores García Amado de la facultad de Derecho y Sierra de Medicina, junto con unos treinta escolares de todas sus facultades, y de la Universidad Central de Madrid con los señores Martínez Elorza, Llana y Benito y Dalama de la facultad de Medicina; de la de Derecho, Rodrigues Cid; de la Escuela de Arquitectura, Cuadrillero Sáez, de la Farmacia Rubio; de la Escuela Superior de Industrias, Colomer y Pérez de la Fuente, en representación de la Unión Escolar de Madrid llegó su presidente señor García Moreno, trayendo todos coronas de flores dedicadas a las víctimas.
También lo hizo el ilustrado redactor del Diario Universal señor Contreras, que trajo en nombre de aquel periódico una bonita corona de plumas dedicada a los estudiantes muertos.

Concentración en la plaza de Anaya.
foto Luis G. de la Huebra

Sin fuerza pública en las calles, tal como había dispuesto el Sr. Aparicio y a las diez y media de la mañana se celebró en la Catedral Vieja el solemne funeral. El duelo estuvo presidido por los señores rector de la Universidad señor Unamuno, gobernador señor Aparicio, alcalde señor Cuesta, presidente de la Diputación señor Alonso, catedrático señor Rodríguez Miguel, decano de Derecho señor Peña, decano de Ciencias señor Eduardo No, don Valentín Cáceres y el señor García Calama en representación de la familia de Federico García Gómez, don Tomás Rodríguez por la familia de Hipólito Vicente y D. Filiberto Villalobos por la Unión Escolar Salmantina.
Ofició la ceremonia el licenciado Tomás Redondo vicesecretario de cámara del Obispado, asistido por los alumnos de la Universidad, presbíteros don Sebastián Pacheco y don Luis Contreras. La muchedumbre abarrotaba la catedral y en las calles de la Universidad y García Barrado esperaba la salida un gran gentío. Terminada la misa de funeral todo el acompañamiento se dirigió a la Facultad de Medicina donde se encontraban los cadáveres, al pasar la comisión del Claustro por la plaza de Colón frente al cuartel de la Guardia Civil, formada en el patio, muchos curiosos que se encontraban en el lugar dieron vivas a la Universidad y mueras a la Guardia Civil provocando unos minutos de tensión.
La comitiva se reunió en la plazuela de San Román y hacia la una menos cuarto se puso en marcha para recorrer las calles de Bretón, Murillo, Ramos del Manzano, San Justo, plazuela del Poeta Iglesias, Plaza Mayor, calle del Prior, Agustinas y Campo de San Francisco, hasta la Puerta de San Bernardo.
Tras la Cruz alzada, acompañaban a los féretros que portaban sus compañeros de estudios, el Ayuntamiento en pleno, el Claustro Universitario, los representantes de las Universidades de Madrid y Valladolid, de La Unión Escolar de Madrid y de Salamanca, de la Cámara de Comercio de Salamanca, de la Escuela de San Eloy, colegios de abogados y procuradores, organizaciones de obreros y la práctica totalidad de asociaciones y  agrupaciones de la Ciudad. Cerrando la comitiva el pueblo de Salamanca 2.

Cortejo fúnebre por la Lonja, foto Luis G. de la Huebra

Al parecer, al llegar a las cuatro calles (aproximadamente nuestro actual cruce entre San Justo y Gran Vía), se empeñaron los obreros, que en aquella zona eran muchos, el hacer pasar a la comitiva por la plaza de Colón. Sin embargo tras algunos momentos de discusión imperó la cordura y continuó por la calle de San Justo. Las casas del tránsito lucían colgaduras de luto en sus balcones y desde ellos las señoras presenciaban el paso de la comitiva. A la una llegaba a la Plaza Mayor y desde algunos de sus balcones se arrojaban flores naturales, alcanzándose los momentos más álgidos de emotividad. Continuó la comitiva por la calle del Prior cuya estrechez era incapaz de contener la multitud que se apiñaba y luego por el más espacioso Campo de San Francisco. Al llegar el cortejo a la puerta de San Bernardo, los féretros fueron depositados en el suelo para rezar un responso y despedir el duelo.

El cortejo fúnebre en la puerta de San Bernardo. Foto Luis G. de la Huebra

Comisiones del Ayuntamiento, del Claustro Universitario y un buen número de estudiantes de Madrid, Valladolid y Salamanca acompañados del gobernador Sr. Aparicio, llegaron hasta el cementerio para realizar el enterramiento de los finados. A las dos de la tarde recibió sepultura Hipólito Vicente García en el nicho número 51 de la galería de San Antonio y Federico García Gómez fue llevado al depósito para ser enterrado al día siguiente, en el número 59 de la galería interior central. Alrededor de los nichos fueron depositadas las coronas de flores.

Se estimó que unas quince mil personas formaron el cortejo fúnebre que acompañó a los cadáveres de los estudiantes. El resto de la población lo contemplaba en calles y balcones.
Toda Salamanca estuvo allí.

Las Causas Judiciales….

Durante la mañana del entierro, día 4 de abril, se habían establecido las bases de las causas judiciales sobre los sucesos. La primera civil, para la que la Junta de Gobierno de la Audiencia Provincial, por solicitud de la Audiencia Territorial de Valladolid, ya había nombrado como juez especial al magistrado don Antonio Casas y contra la que el ministro de la Gobernación D. Antonio Maura dirigió una Real Orden al fiscal del Tribunal Supremo a fin de que reclamase la instrucción de la misma, entendiendo que en caso de que se encontrasen indicios de acusación contra el ex gobernador sólo el Tribunal Supremo estaría capacitado para juzgar a funcionarios de esa categoría. El Tribunal Supremo decidió no avocar la causa y dictó un auto manifestando al juez de Salamanca, que si en las actuaciones que se seguían por los sucesos ocurridos aparecían cargos contra el ex gobernador, señor Velasco, elevase al Supremo las referidas actuaciones judiciales.
La segunda militar para dirimir la actuación de la Guardia Civil, ya que desde el mismo día de los hechos se encontraba en Salamanca el señor Brasa, coronel del 2º tercio de la Guardia Civil con el fin de depurar las responsabilidades que pudieran tener los miembros de la Benemérita relacionadas con los hechos y había solicitado a la autoridad militar de Salamanca el nombramiento de un juez militar instructor de la causa, que recayó en el coronel del Regimiento reserva señor Roldán. Esa misma tarde del día 4 a las tres y media, tomó declaración al Rector, señor Unamuno.

Durante la mañana del entierro se produjeron disturbios en varias ciudades españolas protestando por los sucesos de Salamanca. Pero ninguno fue tan grave como los ocurridos en Madrid, que se saldaron con un muerto y varios heridos, todos por herida de bala. La versión oficial que llegó telegráficamente al Gobernador salmantino dice así:

 “En previsión de que se reciban ahí noticias exageradas o alarmantes sobre el orden público en Madrid, aténgase V. S. a la versión siguiente que es la verdad de lo ocurrido. Disueltos ayer tarde sin grave resistencia grupos alborotadores, transcurrió noche completa tranquilidad. En la mañana de hoy reuniéronse algunos estudiantes cercanías Universidad. Un grupo recorrió calles y habiéndoseles, en la de Toledo, unido elementos extraños, que agredieron agentes, haciéndoles disparos revólver, éstos rechazaron agresión en igual forma, resultando un paisano muerto y varios heridos de ambas partes. Hecho ocurrió próximamente mediodía, restableciéndose orden sin que alboroto trascendiera centro población, donde no se ha interrumpido vida ordinaria, ni ayer ni hoy hecho uso Guardia Civil.”

Madrid amaneció el día siguiente tomada militarmente en previsión de nuevos altercados y así lo estaría durante los días siguientes.

El día 5 de abril regresaron, en el primer tren de la mañana, las comisiones enviadas a Madrid por las autoridades locales, muy satisfechas de los resultados obtenidos y del trato recibido. Durante ese mismo día se conoció que los jefes y oficiales de la Guardia Civil residentes en Salamanca habían presentado la baja en las sociedades lúdicas a las que pertenecían, por ser trasladados a otros destinos de manera preventiva, al parecer este traslado se debió a la promesa que en este sentido el Sr. Maura había hecho a las comisiones enviadas a Madrid.
En la edición de esa jornada, El Adelanto inició una suscripción popular de ayuda para las madres de las víctimas, ambas viudas. La suscripción se dio por concluida el 24 de mayo de 1903, fecha en que se hizo entrega de lo recaudado, seis mil trescientas sesenta y cinco pesetas con dos céntimos. La donación se hizo ante el notario Don Marcelino Estébanoz Nanclares por Don Luis Caballero Noguerol director de El Adelanto.

Multitud de telegramas de condolencias y apoyo de toda España siguieron recibiéndose en los distintos estamentos de la ciudad. Mientras, continuaba el luto declarado y aunque las vacaciones de Semana Santa han hecho ausentarse a muchos de los estudiantes universitarios (domingo de Ramos, 5 de abril-domingo de Resurrección, 12 de abril), la Unión Escolar de Salamanca acordó aconsejar a todos los compañeros que no asistieran a los bailes que en esos días se celebrasen y declarar indigno de pertenecer a la clase estudiantil a los que faltasen a este acuerdo.

Mediante un Real Decreto del 6 de abril es nombrado D. Alberto Aparicio gobernador civil de Salamanca en propiedad, de este modo el gobierno reconoció su brillante actuación en la rápida solución del conflicto.

La prensa de toda España dirigió severas críticas contra el Gobierno, culpándole de los graves sucesos ocurridos en Salamanca y las secuelas en Madrid y en otras poblaciones donde se había alterado el orden público. Los incidentes de Salamanca resultaron muy aprovechados por las organizaciones republicanas, la prensa liberal y los propios correligionarios conservadores enemigos de Maura para atacar al gobierno de Silvela, generando la sensación de desorden que influyó muy negativamente en la estabilidad del ejecutivo.

Sin embargo, la prensa nacional conservadora afín a los sectores militaristas pronto comenzó a defender la actuación de la Guardia Civil en los sucesos de Salamanca, inicialmente de manera tímida, para luego hacerlo de forma contundente. Lo hizo argumentando los muchos heridos del cuerpo durante los altercados o la gran cantidad de casquillos de bala recogidos por la Benemérita en la Universidad, acusando de ello a la supuesta participación de elementos subversivos en la manifestación. La reacción de la prensa salmantina es contundente y unísona, negando las pedreas desde el edificio de la Universidad y los disparos por parte de estudiantes o infiltrados, además de asegurar que los heridos de las fuerzas del orden lo fueron 8 horas más tarde de los sucesos en la manifestación de protesta de la tarde-noche.

José Sánchez Rojas, estudiante presencial, escribió en El Adelanto del 8 de abril

 “...El jueves puedo jurar que no vi una pedrada ni un tiro dentro de la Universidad. Anduve en la refriega con un arma, digo mal, con dos, un pito y el Derecho político del señor Gil Robles, mi querido maestro. Todos los estudiantes teníamos armas semejantes...”

A medida que pasan los días, los apoyos a la actuación de las fuerzas del orden van en aumento y también, aunque en menor medida, en la defensa del ex gobernador. La prensa salmantina tampoco baja la guardia, Leopoldo Lomba en el Noticiero Salmantino del día 18 resume en gran medida los argumentos utilizados en defensa de los estudiantes salmantinos

............ No es cierto, es completamente falso que la Guardia Civil de guarnición en Salamanca hubiese tratado de evitar el derramamiento de sangre. Algunas cargas sable en mano; un toque de atención, dos, tres; fuego al aire, hubiesen sido medidas más que suficiente para que los indefensos estudiantes huyesen despavoridos, llenos de temor y miedo, a sus domicilios, evitando en lo sucesivo toda algarada, toda manifestación desagradable, todo grito subversivo.  A fin de que los ilustrados lectores puedan formar juicio del artículo a que me refiero, copio a continuación el siguiente párrafo (de El Imparcial) ‘Del expediente instruido por las autoridades resulta probado que la Guardia Civil fué hostilizada, no sólo con piedras, sino a balazos desde la misma Universidad. Resultó herido el primer teniente don Fernando Torrens, y con heridas o contusiones graves el sargento Sánchez, el cabo Vicente y los guardias Cuadrado, Rivas, Boada, Encinas, de Cano, Casado, Colorado y Díaz Cabezas. Nueve caballos de la sección montada fueron heridos también.’ Concedemos que la Guardia Civil haya sido hostilizada desde la calle con alguna pedrada, no negamos que su presencia en la plazuela de Anaya fué acogida con gritos, imprecaciones y silbidos, pero que desde la misma casa de la ciencia, que desde las ventanas de la Universidad se hizo frente a la benemérita, no sólo con piedras, sino a balazos, es completamente falso, semejante afirmación está destituida de fundamento. ¿Pruebas?... los cristales oradados, las vidrieras perforadas, las fallebas destruidas, y la circunstancia de hallarse todos los estudiantes en los claustros que existen. a la entrada del sagrado recinto, demuestran elocuentemente que no podía haber agresión. ¿Hubo tiros?... de seiscientos escolares estaría compuesta aquella manifestación, y sin embargo nadie puede afirmar, a no ser que intente desfigurar los hechos, que se haya oído un solo disparo, que los estudiantes hiciesen uso de las armas. Y esto que vengo sosteniendo, no solamente puedo afirmarlo yo, que estaba  muy próximo a la Guardia Civil, cuando ésta hacía fuego contra las paredes y ventanas de la Universidad, sino todo el pueblo salmantino que presenciaba tan triste espectáculo desde las bocacalles que existen en la Plazuela de Anaya, que, con las lágrimas en los ojos, maldecía a los causantes de aquellas inolvidables escenas…..

No sólo los estudiantes son presa de acusaciones, también el propio Ayuntamiento de Salamanca es acusado de animosidad contra la Guardia Civil por una simple cuestión dineraria como la supresión del pago del alquiler del cuartel de la Benemérita

En la sumaria que instruye la jurisdicción militar se pondrá de manifiesto la verdad de lo ocurrido, y quizá algo más que no convenga al Ayuntamiento de Salamanca, que venía demostrando animosidad contra la Guardia Civil, porque estando alojada ésta en un edificio del Estado, cobraba escandalosamente alquiler aquella Corporación con el compromiso de construir pabellones y realizar obras que no se han llevado a cabo, no obstante estar percibiendo el Ayuntamiento aquel dinero por un edificio que no es suyo.  Porque se suspendió el pago de los alquileres, el Municipio ha pretendido que la Guardia Civil abandone el local y hay quien relaciona esto con ciertas excitaciones hechas en la opinión con motivo de recientes sucesos.  (De La Correspondencia Militar, número 7.690 correspondiente al día 11 del actual).

Y más aún las acusaciones alcanzan a toda la población salmantina:

Desde los últimos sucesos provocados por los estudiantes en dicha capital castellana Salamanca, la cruzada emprendida por los elementos todos de dicha población contra la Guardia Civil es sencillamente infame. Si el Gobernador civil, persiguiendo una popularidad incompatible con su autoridad y con los prestigios de que esa autoridad está formada, hace la vista gorda y no acaba con tal situación, los elementos militares todos deben unirse en estrecho abrazo contra las demasías de un pueblo desprovisto de juicio,.... (De El Ejército Español, número 4-872 correspondiente al día 13 del actual).

La prensa salmantina, con poco peso específico sobre la opinión pública española, es incapaz de acallar estos comentarios que podían sembrar una duda sobre lo ocurrido en Salamanca y aunque la Salamanca de 1903 estaba segura de lo que ocurrió, el asunto pertenecía ya a la política nacional y aquí jugaban otros intereses a los que se someten ciertas interpretaciones que no tardaron en provocar mella en esa seguridad.

Tras la Semana Santa, el día 16, unos 300 estudiantes se reunieron en la Universidad acordando iniciar una suscripción para levantar un mausoleo que cobijara las sepulturas de los dos estudiantes muertos el día 2 y publicar un folleto historiando los sucesos, protestando de los artículos que aparecen en las publicaciones La Correspondencia Militar y del Ejército Español y, por último, acuerdan celebrar un funeral el 2 de mayo. Se nombra una comisión compuesta por los señores Urizar, Villalgordo, Durán, Flores, Acebedo, Riesco, Onís, Bedmar, Martín González, Cebrián, Camarasa, Canto, Reymundo, Calvo, González Sánchez, Alonso Hernández, del Río y Villalobos para llevar a cabo los acuerdos.
D. Miguel de Unamuno aceptando el cargo de tesorero para el que la comisión de estudiantes le había propuesto, inició las gestiones para la erección del monumento previsto proponiendo al escultor D. Agustín Querol la realización del mismo. El señor Querol aceptó gustoso renunciando a cualquier tipo de retribución.

En el mes de mayo, el regreso a sus destinos de los jefes y oficiales de la Guardia Civil que participaron en los hechos del 2 de abril y que habían sido trasladados preventivamente, sorprende a la ciudad. El Ayuntamiento protestó está situación ante el ministro de Gobernación, al entender que el retorno era una falta al compromiso que el Sr. Maura realizó de que no regresarían. Con este fin se organiza una comisión que viaja a Madrid para obtener el cumplimiento de la promesa o en caso contrario dimitir en pleno. Los estudiantes también tienen intención de protestar la decisión, pero retenes policiales vigilan todo grupo formado por los estudiantes, excitándose mucho los ánimos. La intervención del rector pidiendo prudencia se traduce con facilidad en calma. La comisión de Madrid nada obtiene de Maura que negó haber hecho tal promesa y argumentó que impedir que regresen los guardias civiles sería como reconocer su culpabilidad, culpabilidad que de ningún modo está probada. La situación de Maura es precaria y aunque ha logrado salvar su destitución tras las victorias de los republicanos en las elecciones de finales de abril, no podía permitirse ninguna concesión ante la declarada inquina del sector aristocrático de los conservadores.
Ante la negativa del ministro no todos los concejales municipales dimitieron, lo hicieron 9 republicanos y un romerista, el resto excusó su dimisión.
Las pocos reproches que se alzan son acallados al grito de ¡Resignación y Prudencia! El pueblo se ha vuelto dócil. Apenas quedan restos del primer arranque de indignación y protesta, que de una manera espontánea y sincera surgió del espíritu de los salmantinos.

Las actuaciones judiciales tampoco conducen a resolución alguna y se teme, e incluso se desea, que queden cubiertas con un manto de olvido.

Una vez terminado el curso escolar, en la mediodía del 3 de julio un nuevo golpe sacude la ciudad. Como resultado del sumario incoado por las autoridades militares, ocho estudiantes son encarcelados mediante una orden de prisión dictada por el juez militar. Los presos son D. Federico Onís Sánchez, de Letras; Filiberto Villalobos González, de Medicina; Leopoldo Villalgordo Collado, de Derecho; Juan Crespo Estévez, de Letras; José García Peñuela, de Derecho; Teodosio de la Fuente Carrasco, de Medicina; Leopoldo Pollo Hoyos, Licenciado en Medicina y Luis Hortal Aparicio, de Medicina. Todos habían sido conducidos a la cárcel con el pretexto de que el gobernador les esperaba para darles novedades y una vez allí eran detenidos y encarcelados. Todos ellos habían prestado declaración por los sucesos del día 2 de abril, Teodosio de la Fuente había sido herido de un sablazo y lucía aún la cicatriz sobre la frente y Federico Onís era uno de los tres que se encontraba en el aula donde cayó muerto Federico García y se le consideraba un alumno ejemplar. La orden de detención abarcaba un total de 16 personas, sin embargo no todos pudieron ser detenidos.
El rector acudió inmediatamente a visitarlos al igual que sus familias, al parecer ocupaban una habitación decorosa y estaban alejados de los demás reclusos, guardándoles un trato de consideración el director del establecimiento y demás personal, recibieron también la visita del gobernador y del alcalde. Mientras, la asamblea de estudiantes había acordado visitar al gobernador para solicitar la libertad para sus compañeros y en caso contrario el encarcelamiento de todos ellos.
Los estudiantes detenidos enviaron telegramas a los señores Maldonado y Pulido, representantes provinciales en Madrid, y a Salmerón, presidente de los republicanos españoles. De todos reciben rápidos mensajes de apoyo, comunicándoles inmediatas reuniones con el presidente del Congreso y el ministro de la Guerra para lograr su libertad, aconsejándoles que ellos mismos apelasen a su excarcelación mediante un escrito. Los estudiantes haciendo caso a la recomendación, envían la súplica al capitán general de Valladolid.

El asunto se trató en la sesión de tarde del día 4 en el Congreso. El Conde de Romanones, tras la lectura de una carta del presidente de la Unión Escolar de Salamanca, Villalobos, informando de su detención y la de otros siete compañeros, interpela al Sr. Silvela sobre el asunto, pero el presidente alega desconocer los detalles y se compromete a contestar, tras solicitar datos, en la próxima sesión, estando en su deseo el hacer eficazmente justicia. Una nueva interpelación esta vez del Sr Muro, republicano representante de Valladolid, es contestada en los mismos términos por el Sr. Silvela, posponiéndose para el lunes 8 el tratar el tema extensamente.

Los senadores y diputados por Salamanca y los catedráticos señores Tormo, Gil Robles, Jiménez Miral y Maldonado pidieron al señor Silvela la excarcelación de los estudiantes. En caso contrario amenazaron con que carlistas y republicanos promoverían un enérgico debate, se reunieron también con los señores Maura, Linares y Allendesalazar esperando una respuesta definitiva para el lunes en la tarde.

La respuesta de la ciudad, si tomamos la de la prensa como significativa de ella, no es tan uniforme como los fue de los hechos del 2 de abril, El Lábaro, que como sabemos representaba los intereses del obispado, duda de la culpabilidad de los estudiantes

 “Deseamos el cumplimiento de las leyes, iguales para todos, y si hay alguien que ha faltado a la ley, sea quien sea, debe ser sometido a la justicia. No obsta ese concepto para que roguemos a quien corresponda, con todo el respeto y todo el interés posibles, que se vea el medio de volver la tranquilidad á las familias de los estudiantes, siquiera de aquellos contra quienes resulten cargos de menor importancia”(El Lábaro : diario independiente Año VII Número 1930 - 1903 julio 4)

Sin embargo, el resto de la prensa salmantina, Noticiero Salmantino y El Adelanto, manifiestan abiertamente su estupor, si bien, no su extrañeza, ya que la justicia militar habitualmente muy rápida había tardado demasiado tiempo en dar una resolución y ya que la culpabilidad de la Guardia Civil había quedado disculpada por las autoridades militares y Gobierno, anunciando desde muy al principio que el cuerpo armado había cumplido con su deber, la culpabilidad sólo podía recaer en los estudiantes y la solución únicamente se había demorado en espera del fin del curso escolar para evitar altercados. Anuncian, por tanto, que no les extrañaría que fuesen condenados.

Sin embargo, sin que sepamos con seguridad si se trató de una solución política con intención de evitar un nuevo frente de discusión a un gobierno que ya se encontraba agonizante o si fue un asunto pactado y que tratase solamente de dar un golpe de fuerza de la autoridad militar, el recurso presentado por los estudiantes fue estimado y se ordenó su puesta en libertad. La orden firmada por el Sr. Aparicio y se comunicó a las 12 de la mañana del día 7.

La interpelación del Sr. Muro...

A pesar de la puesta en libertad de los estudiantes, el diputado republicano por Valladolid Sr. Muro decidió interpelar al ministro de la Gobernación durante la sesión del Congreso del día 8 de Julio. El Sr. Muro expuso los acontecimientos con claridad, centrándose principalmente en determinar las responsabilidades en los hechos del propio ministro, al que culpaba fundamentalmente de no destituir inmediatamente al gobernador y esperar a que este presentara su dimisión para aceptarla, del ex gobernador y por último de la Guardia Civil.
Con fina oratoria el Sr. Maura defendió su actuación en ese día, asegurando que la sustitución del gobernador no pudo hacerse de forma más rápida, exponiendo que tras los sucesos el ex gobernador se vio completamente solo, las demás autoridades hicieron el vacío a su alrededor y el Sr. Velasco se consideraba desprovisto de toda autoridad y todo prestigio para continuar ejerciendo el mando. Ante esa situación Maura decidió su sustitución, pero el admitir una dimisión en la Gaceta de Madrid hubiese implicado prejuzgar la conducta del gobernador y lo que hizo fue destituirle para no prejuzgar nada. Juicio acertado a su parecer, ya que aunque inicialmente muchas voces se alzaron como acusación particular, ninguna lo había hecho, dejando que la justicia ejerciera en solitario. Así lo hizo el Tribunal Supremo dictando un auto comunicando al juez nombrado en Salamanca, sin restarle jurisdicción, que si en las actuaciones seguidas aparecían cargos contra el ex gobernador las elevase al Supremo, pero en cuatro meses nada había aparecido imputable al Sr. Velasco.
Reconoció la dificultad que tienen las situaciones en que hay que sofocar alteraciones de orden público, “en una situación como la de Salamanca era casi imposible el acierto por la precipitación de los acontecimientos, por la falta de medios adecuados, por la carencia de elementos poco peligrosos en sus efectos para reprimir el desorden, le obligó, cual siempre ocurre y tiene que ocurrir, a requerir el concurso de la Guardia Civil. De todo este cúmulo de accidentes ajenos a la voluntad del ex gobernador señor Velasco, surgieron aquellas lamentabilísimas desgracias, las cuales no pueden imputarse al gobernador de Salamanca, sino a la fatalidad que por igual alcanza a todos.”
Aseguró por último, que según las leyes las acciones posteriores de la Guardia Civil no puedan ser atribuidas de ninguna manera al gobernador, estando el mando de la fuerza militar íntegro en manos de sus jefes.
Por último, liberó de toda culpa a la Guardia Civil por estar cumpliendo su deber. Aun así, habría que esperar el resultado de las actuaciones judiciales militares, que se encaminaban a la culpabilidad de otros elementos, aludiendo a la detención de los estudiantes ya puestos en libertad.
Se defendió así mismo de las acusaciones de ordenar utilizar las armas para disolver las manifestaciones que alteren el orden público, "Lo que hay que examinar cada vez que la fuerza pública tenga que intervenir, es si ha habido motivo para ello, si se han guardado todos los preceptos legales, todos los requisitos y todas las medidas de prudencia; eso en cada caso, pero lo que yo, en general, dije, fué, que el Estado no pone las armas en manos de la Guardia Civil, ni de una fuerza pública, para que se deje apedrear, desarmar, envolver y arrollar, y no consiga el fin que le está encomendado de hacer respetar el derecho; eso es tan trivial, que ni el señor Muro, ningún señor Diputado, más aún, ningún hombre que esté en su sano juicio, lo podrá contradecir.”

El Sr. Muro no quiso o no supo poner en más complicaciones al Sr. Maura, que con estas débiles argumentaciones pero con buena retórica, dio por terminado el tema de los incidentes de Salamanca.

El asunto terminó en el Congreso y, con los estudiantes liberados, también terminó en la calle. Sólo hubo algunas débiles reacciones de periódicos republicanos.

 “¡El muerto al hoyo y el vivo al bollo! He ahí la síntesis suprema del ideal humano supeditado a la grosera fórmula de la autonomía individual, de la soberanía del Yo, de la funesta autocracia individual que no tiene más Dios que el estómago.
Los catedráticos siguen aquí en sus cátedras; la Diputación actúa normalmente; el Ayuntamiento, si se prescinde del alarde digno de los concejales republicanos, marca el paso ordinario; la Cámara de Comercio tiene bastante que hacer, indignándose por eso de la escuadra; los gremios y las asociaciones, el comercio y la industria y todas las fuerzas vivas continúan viviendo y comiendo, en paz y en gracia de Dios” El Porvenir : periódico republicano Año I Número 2 - 1903 julio 19

Tras la caída de Maura y del gobierno de Silvela, los republicanos también acabaron dando por terminado un asunto del que habían sacado pingües beneficios.

Solo restaba resolver el juicio militar en marcha. El día 25 de julio el juzgado militar que instruye las diligencias tomó de nuevo declaración a los estudiantes implicados. Al mismo tiempo, la Guardia Civil inició una campaña para contrarrestar su desprestigio en la ciudad, auxiliando y premiando a los ciudadanos que prestaron su ayuda a miembros del cuerpo durante los incidentes3. El 19 de septiembre, una vez completado, el sumario se remitió al Capitán General de Castilla la Vieja y, dos días más tarde, fue sobreseído.

Solo quedaba olvidar.


El Mausoleo…

Aunque política y judicialmente el asunto del 2 de abril estaba cerrado, restaba el proyecto de construcción del mausoleo que algunos estudiantes consideraban una cuestión de honor. De nuevo reunidos en noviembre de 1903, bajo la presidencia de Villalobos, y tras haber dedicado sus esfuerzos a conseguir que por fin fueran declaradas oficiales las facultades de Medicina y Derecho, nombraron una junta organizadora para tratar de llevar a cabo la misión de construir el mausoleo en memoria de sus compañeros muertos. La junta tendría por misión recaudar fondos y para conseguirlo organizarían actividades lúdicas, teatro, veladas musicales, etc. Concretaron, además, una cuota de 10 céntimos semanales cada estudiante hasta final de curso.
Los esfuerzos se unirían a una suscripción nacional organizada por la Unión Escolar de Madrid con representantes de todas las universidades, cuyo tesorero general sería también el Sr. Unamuno. Por esas fechas los estudiantes Valencianos habían recaudado 1500 pts., la misma cantidad que para febrero de 1904, llegaron a reunir los salmantinos.
En vísperas del primer aniversario, los estudiantes se afanaron en celebrarlo con un programa con las siguientes propuestas:

1° Abrir una suscripción en el comercio del señor Pozueta para costear los funerales.
2° Dirigir una proclama al pueblo de Salamanca para que los vecinos cuelguen de luto los balcones de sus casas el día 2 de Abril.
3° A partir de esta fecha (2 de Abril) llevar los estudiantes durante nueve días un distintivo de luto.
4° Pedir que el 2 de Abril, de diez á doce de la mañana, doblen a  muerto los relojes de la Universidad, Ayuntamiento y que las banderas de estos centros ondeen a media asta.
5° Rogar á los directores de los periódicos locales que el día 2 publiquen sus diarios con orla negra.
6º Celebrar el jueves 7 de Abril los funerales por los estudiantes muertos y que el acto tenga lugar, contando con el asentimiento del señor Obispo, en la Catedral.
7º Poner al terminarse los funerales las coronas en un coche, y dirigirse desde la iglesia y en manifestación silenciosa al cementerio, para colocarlas sobre las tumbas de los malogrados compañeros Hipólito Vicente y Federico García y rezar un responso por sus almas.
8° Solicitar encarecidamente del Comercio que dicho día 7 de Abril cierre sus puertas durante algunas horas en señal de duelo.
Y, finalmente, reiterar en nombre del cuerpo escolar de Salamanca la expresión de sentimiento á las desconsoladas madres de los estudiantes muertos.

Sin embargo, no se cumplieron muchos de estos acuerdos, los balcones de muchas casas ostentaron colgaduras con crespones negros, y también muchos estudiantes llevaron lazos de luto. Pero solo en la Normal ondeó la bandera nacional a media asta. Los periódicos recordaron la efemérides con cierta indiferencia y dedicando poco espacio, lamentando sólo las pérdidas de las vidas humanas sin entrar en otras consideraciones. En la prensa nacional, silencio. Ni siquiera se cumplió el día concretado para los funerales, que fue retrasado al día 12; ni la iglesia en que celebrarse, que finalmente resultó ser la iglesia de San Esteban. La concurrencia fue, eso sí, muy numerosa. Ofició el presbítero D. Francisco Morán, asistido por los Sres. Pacheco y Arnés, y la capilla de música de la Catedral cantó la misa de réquiem. Presidieron  el duelo el Alcalde, D. Cecilio G. Domingo, D. Isidro Segovia, D. Valentín Cáceres, el estudiante Figuerola, el Sr. Soler, presidente de la juventud republicana, y Sr. Elorza de la agrupación escolar republicana. Muchos catedráticos, sacerdotes, señoras y estudiantes ocupaban los asientos. Se notó la falta del rector cuya militancia anticatólica era más fuerte por aquellos días. La prensa católica más que la ausencia del rector, criticó la presencia del Sr. Elorza al que El Lábaro dio el apelativo de propagandista revolucionario. Tras la exequias se organizó una manifestación de duelo hasta el cementerio donde se colocaron las coronas fúnebres.

Las buenas intenciones iniciales para la suscripción del mausoleo cayeron pronto en el olvido. La suscripción nacional se paralizó. Los estudiantes valencianos, los más implicados, decidieron adquirir una lápida con su suscripción y entregarla en Salamanca. Una delegación llegó, el 2 de abril de 1905, para asistir a los actos del segundo aniversario, e hizo entrega de la misma para que fuera colgada en el Claustro o en una plaza pública de la ciudad. La lápida era de mármol blanco, tenía esculpidos los escudos de Valencia y Salamanca, un ángel con las alas plegadas en actitud llorosa y la siguiente inscripción: "A la memoria de los estudiantes víctimas de los sucesos de Salamanca en dos de Abril de 1903, dedican este recuerdo, los estudiantes valencianos. 1903.”
Lápida de los estudiantes Valencianos.
Foto García para ABC

Los actos programados para el  2º aniversario, fueron los siguientes:

Día 2. — El reloj de la Universidad doblará en señal de duelo, colocándose en la fachada de la misma la bandera a media asta. A las siete de la tarde velada necrológica en el Paraninfo, en la cual harán entrega de la lápida los estudiantes de Valencia.
Día 3. — A las diez de la mañana se celebrarán en la capilla de la Escuela solemnes funerales por el eterno descanso de Hipólito Vicente y Federico García. Después, en manifestación pacífica, se dirigirán al cementerio a visitar las sepulturas de las víctimas y a colocar sobre ellas ramos de flores naturales.
Durante los días 2, 3 y 4 de Abril, todos los estudiantes llevarán botones de luto, con el distintivo de la Facultad en la solapa de la americana y se rogará a los periódicos locales que salgan el día 2 con orla negra.

Casi un año después, en enero de 1906, todavía no había sido elegida una localización para la lápida de los valencianos. Al acercarse el 3º aniversario, una propuesta de los estudiantes de colocarla en el Patio de Escuelas es aceptada y el 2 de abril de 1906, dentro de los actos convocados para la conmemoración, se colocó en el ala derecha del Patio de Escuelas, mirando desde la Universidad, entre los dos primeros balcones que están situados frente a los de la Secretaría de la Escuela. La lápida se colocó a dos metros y medio de altura aproximadamente. Estaba cubierta con una cortina negra, con un cordoncillo para su descubrimiento.

Ceremonia de descubrimiento de la lápida de los estudiantes de Valencia
conmemorativa de los sucesos del 2 de abril de 1903. Foto García para ABC

El señor rector de la Universidad, don Miguel de Unamuno, recibió el honroso encargo de la comisión organizadora de descubrir la lápida. Para este acto los estudiantes habían organizado, tras la misa en la capilla universitaria, una procesión cívica que reuniéndose en la plaza de Anaya se encaminaría por las calles de García Barrado, Estafeta y Conde de Romanones hasta el Patio de Escuelas. La muchedumbre congregada fue tal que apenas pudieron ser escuchados los conferenciantes convocados, en último lugar habló el Sr. Unamuno que esforzando la voz dijo: Salmantinos, Escolares, en conmemoración de los sucesos del 2 de Abril de 1903 venimos a descubrir la lápida, regalo de los estudiantes valencianos. Hay quien cree que esta fecha y estas cosas deben olvidarse, y no es fuente de verdad el olvido Hay que conservarla siempre para recibir, pasando el tiempo, las enseñanzas que aquellos sucesos nos envíen. Temo que las expansiones de alguna gente del pueblo, acabe con lo artístico y lo humano de la lápida, llenándola de pegotes y haciendo chocar contra ella alguna que otra piedra… El señor Unamuno, dio por terminado su discurso dado las dificultades para hacerlo y descubrió la lápida.
Posteriormente tendría lugar una velada necrológica.

Modelo de Petit
Para esa fecha la cantidad en poder del rector para la construcción del mausoleo era de 2000 pts. Había quien pensaba que, ante la imposibilidad de juntar los fondos necesarios para su construcción, debería repartirse el dinero entre las madres de los fallecidos y olvidar el proyecto. Sin embargo el éxito en el acto de descubrimiento de la placa animó a redoblar esfuerzos en busca de financiación. Sin embargo las acciones emprendidas no lograron aportar ningún capital. El estudiante José María de Onis propuso, en octubre de 1906, que por las 2000 pts. disponibles, podría aceptarse uno de las tres diseños que el marmolista Seseña estaba dispuesto a realizar y que una vez decidido, podría ser colocado el 2 de abril de 1907, durante la conmemoración del 4º aniversario. Antes de alcanzarse una decisión, en noviembre de 1906, se recibió una propuesta del joven escultor salmantino Alejandro Petit, profesor de la escuela de artes y oficios, para realizar la escultura de forma gratuita. Esta propuesta fue aceptada por los estudiantes y se obtuvo permiso del alcalde Sr. Pérez Tabernero para instalar la obra en la plaza de la Libertad, incluso se acordó el día 8 de diciembre para el acto de colocación de la primera piedra. Otro tema fue la financiación de los materiales que se estimaba en 15.000 pts. Para la financiación se acordó sacar fotos al proyecto modelado por el Sr. Petit con el objeto de enviarlas a todas las universidades del país para iniciar una suscripción y diseñar tarjetas postales de cuya venta se obtendrían fondos. D. Venancio Gombau fotografió el modelo y regaló a la comisión cien tarjetas al platino para ayuda del proyecto. A pesar de las buenas intenciones  iniciales, la cosa quedó muy corta, llegándose al 4º aniversario sin poder incluir la inauguración del monumento entre los actos previstos, el desánimo fue tan grande que por apremios de tiempo y otras dificultades estos actos no pudieron celebrarse hasta el día 2 de mayo de 1907. Una misa en la capilla de la universidad y una velada necrológica en el Paraninfo de la Universidad presidida por el rector Sr. Unamuno y el doctor Pulido, fueron los actos organizados, ambos estuvieron muy poco concurridos. Fue la última celebración organizada del aniversario.
Para mayor desolación, el proyecto del mausoleo del Sr. Petit terminó definitivamente con la prematura muerte del escultor, el 17 de diciembre de 1907.

Durante más de un año el proyecto del mausoleo estuvo parado y muchos lo dieron por terminado, sin bien disponían aún de 1600 pts. y por esa cantidad, en marzo de 1909, el escultor Sr. Folia se ofreció a realizar, con proyecto del señor Madrigal,  una obra modesta aunque de buen gusto. Así la describía el Adelanto del 17 de marzo de 1909.

El proyecto es un obelisco de elegante y severa sencillez, el cual será exornado con los bustos en alto relieve de los dos estudiantes, víctimas de aquella deplorable tragedia. La inauguración del monumento, que será emplazado en la plaza de la Libertad, se verificará el día 2 del próximo Mayo, celebrándose el día del sexto aniversario, la colocación de la primera piedra.
El Adelanto : Diario político de Salamanca Año XXV Número 7592 - 1909 marzo 17

El proyecto se expuso en el escaparate de la librería de la Sra. Viuda de Calón y aunque el Sr. Unamuno no era muy partidario de la idea, fue aceptado por los estudiantes el 2 de abril. La primera piedra se colocó el 19 de abril de 1909 y la inauguración tuvo lugar el domingo 2 de mayo de 1909 a las 12 de la mañana.

A las doce salió del Ayuntamiento la comitiva, compuesta por el alcalde. el rector señor Unamuno , los catedráticos señores Pinilla, Sanz, Segovia, Diez (don R y don A.), Hernández Sanz y Requejo, el doctor Villalobos en representación de los estudiantes de la época de 1903, y el señor Prieto Carrasco, alumno de Medicina y presidente de la Comisión organizadora del sentido homenaje á sus infortunados compañeros. El señor Unamuno descubrió el monumento, ante el que todos se descubrieron. Este es un sencillo obelisco, en cuya cúspide se lee: "2 Abril 1903”. A los lados laterales del obelisco aparecen los bustos de Federico García Gómez y de Hipólito Vicente, y entre ambos el escudo de la Universidad. En la parte frontal del pedestal se lee la siguiente inscripción: “A sus compañeros, víctimas de los sucesos del 2 de Abril de 1903, dedican este monumento, costeado por suscripción, los estudiantes de Salamanca.— 2 Mayo, 1909”. El señor Prieto Carrasco pronunció breves y sentidas frases, alusivas al acto, y dando gracias á todos los que á él habían asistido. El doctor Villalobos dijo unas cuantas palabras, agradeciendo la representación que se le había conferido, dedicando un recuerdo á las víctimas y dando gracias á todos por ver terminada una obra que él y los de su tiempo comenzaron, y también al señor Unamuno, porque en aquellos luctuosos sucesos supo imponerse y prestar el apoyo moral que los escolares necesitaban. El señor Unamuno: Al cabo de ocho años-dijo entre otras cosas— se erige por los estudiantes este monumento de piedad. Y es aquí, en la plaza de la Libertad de la monumental Salamanca. Pasarán los años, vendrán otras generaciones, y de aquellos sucesos quedará un recuerdo vago y un monumento, vago también. Esto será un monumento más, y ojalá sea una amonestación sobre el recuerdo de lo que sucedió. Y con esto se dió por terminado el acto.

2 de mayo de 1909, plaza de la Libertad. Inauguración del monumento
a los estudiantes muertos el 2 de abril de 1903,
Foto García para ABC

Acertó sin duda Unamuno en que de los hechos quedaría un recuerdo vago y aún más vago sin el testimonio del monumento erigido en 1909. Desapareció de la céntrica plaza de la Libertad, seguramente en los inicios de la Guerra Civil, según algunos testimonios, aunque nosotros solo hemos podido constatar su existencia en 1930. Tal vez desapareció repudiado por las nuevas ideas políticas que se avecinaban o por su posible mal estado debido a la modestia de su construcción o tal vez por ambas cosas, lo cierto es que con él desapareció la poca memoria que quedaba de estos sucesos. Sucesos que al menos, en los últimos años, están encontrando un hueco en internet, erigiéndose como memoria perpetua de todos los salmantinos.








NOTAS


1  El número 1854 de El Lábaro del día 1 de abril de 1903, publicó este desafortunado comentario al narrar el encuentro entre Laita y el Inspector de Vigilancia, muy criticado por la prensa liberal:

No queremos contar otros pormenores, que aumentan la gravedad del hecho; pero si vaya por delante la protesta de El Lábaro contra semejantes procedimientos policíacos, que, reservados para la gente de navaja y taberna, serían de saneamiento popular; pero aplicados sin conciencia, y contra un escolar de buen nombre y educación, resultan salvajes...


2  La comitiva iba organizada en la siguiente forma, siguiendo la descripción de El Adelanto del día 4 de abril de 1903:
Cruz alzada.
Tres estudiantes con las banderas de Ciencias y Filosofía y Letras.
Grupo de estudiantes de estas facultades, todos ellos con lazos y crespones negros.
Banderas de Ia Unión Escolar y de ia Cámara de Comercio.
Grupo de obreros al frente de los cuales estaba el presidente de la Federación Obrera señor Maestre.
Estudiantes con cirios encendidos á los lados del Clero Parroquial.
Féretro de Hipólito Vicente, que era conducido en lujosas andas por los estudiantes de Medicina Don Lino Morales, don Antonio Galache, don Pedro Somoza, don Teófilo Antón, Sr. Conde Losada y don Luis García Alonso y obreros salmantinos, que se disputaban este honor, tenía descubierta una tapa á través de cuyo cristal se veía el rostro del joven escolar. Sobre dicho féretro estaba colocada doblada la bandera de la Facultad de Medicina.
Las cintas de este ataúd eran llevadas por los señores García Moreno, presidente de la Unión Escolar de Madrid; señor Montero, por el Círculo de Obreros; Beato (don Rafael), por la Diputación provincial señor Álvarez Medina, estudiante de Valladolid; señor Nuño Beato, por el Instituto; señor Pinilla, por la Facultad de Medicina y señor Martínez Elorza, de Madrid. Aunque tenía designada una cinta cada uno, los señores don José Manuel Bartolomé en representación del Colegio de San Ambrosio, del que es Rector, y don Basilio Maestre, presidente de la Federación Obrera, cediéronselas gratuitamente á los comisionados de la Universidad Central.
Grupo de estudiantes de Medicina con velas encendidas.
Grupo de seminaristas.
Féretro de Federico García Gómez, llevada también en hombros por alumnos de Derecho, Don Vicente Íscar Peyra. don Guillermo Aranguren, don Jacinto Angoso Durán, don Rafael González Cobos, don Enrique No Hernández y don Leopoldo Villalgordo. Sobre él la bandera de la Facultad de Derecho. Las cintas las llevaban los señores don Antonio Crespo, por la Sociedad “Hijos del Trabajo»; don Laureano Íscar, por el Ayuntamiento; señor Medina Corbalán, por el Colegio de Abogados; señor Norberto Reynoso, estudiante de Valladolid; señor Martínez, de Madrid; señor Rizo, de Valladolid; señor Requejo, por la Facultad de Derecho y señor Villalta, por la prensa de Madrid y de la capital.
Grupo de estudiantes de Derecho con velas encendidas.
Banderas del gremio de tejidos y del Círculo Mercantil,
Estudiantes del Colegio de Calatrava,
Colegiales Irlandeses,
Banda del Hospicio,
Comisión de Dominicos.
Magistrado señor Pelayo,
Maceros del Ayuntamiento, con las mazas cubiertas de gasas, y vestidos de luto.
Comisiones de la Cámara de Comercio, Colegio de Abogados, Delegación de Hacienda, Casino de Salamanca, Círculo Mercantil, Casino del Pasaje, don Luis Capdevila, director de carreteras provinciales, en representación de la Escuela de Ingenieros de Caminos de Madrid, Comisiones del Clero y Basílica Catedral y de otros centros y Corporaciones.
El duelo era presidido por los señores señores Rector de la Universidad señor Unamuno, Gobernador señor Aparicio, Alcalde señor Cuesta, Presidente de la Diputación señor Alonso, Catedrático señor Rodríguez Miguel, decano de Derecho señor Peña, decano de Ciencias señor No (don Eduardo) don Valentín Cáceres y el señor García Calama en representación de la familia ele Federico García Gómez, don Tomás Rodríguez por la familia de Hipólito Vicente y D. Filiberto Villalobos por la Unión Escolar Salmantina.
Carroza fúnebre con siete coronas.
Coche del señor Motta con tres coronas.
Coche de los señores Esteban con cuatro coronas.
Coche de ia señora viuda de Iscar con cinco coronas.
Detrás cortejo fúnebre.
La Comisión de doctores, vestidos con trajes académicos, la componían los señores Iglesias García, Vázquez de Parga, Navarro, Hoyos (don Federico), Cabezas, Sánchez Gómez, Esperabé, Alonso, Jaramillo, Téllez, Martín Sánchez, García Tejado, Díaz Redondo, Díaz y Sánchez y Sánchez. En representación del Claustro de Valladolid, ios señores decano de Medicina, señor Sierra y vice-rector, señor García Amado.
Cerrando la comitiva el pueblo entero de Salamanca.



3 Los jefes y oficiales de esta Comandancia de la Guardia Civil, habiendo tenido noticia de que viene enfermo desde hace tiempo el obrero Manuel Sutil y de que la situación de éste es bastante apurada, acordaron ayer socorrerle con 150 pesetas reunidas por suscripción, como recuerdo por el buen comportamiento que observó cuando los sucesos del 2 de Abril último, acudiendo el primero a prestar auxilios al teniente señor Torrens, en el momento que cayó herido.
(Noticiero salmantino : diario imparcial de la tarde Año VI Número 1959 - 1903 agosto 8)

La Guardia Civil de la Comandancia de esta provincia, ha hecho entrega hoy, a los empleados don Luis Domínguez y don Jorge Pedráz, que auxiliaron prontamente al teniente señor Torrens al resultar éste herido la noche del 2 de Abril último, de un estuche a cada uno, con media docena de cubiertos de plata y cucharón. Cada uno de dichos estuches lleva grabada en una placa la siguiente dedicatoria, «Los jefes y oficiales de la Guardia Civil a don (aquí el nombre del agasajado.). Recuerdo de su acto humanitario con un compañero del Cuerpo, él 2 de Abril de 1903.»
(Noticiero salmantino : diario imparcial de la tarde Año VI Número 1970 - 1903 agosto 19)



fuentes:
“CRISIS ORIENTAL”, La caída del gobierno Silvela en 1903. Francisco Javier García Algarra.
Diarios de Salamanca de las fechas: El Lábaro, El Adelanto y Noticiero Salmantino
Gente Joven semanario ilustrado del 1 de abril de 1905
Diarios Nacionales de las fechas: El Imparcial, El Heraldo  y la Vanguardia
Semanario ABC 09/04/1903 pág. 7