Los inicios del teléfono en Salamanca (1884-1925)


La telefonía en Salamanca antes de la Telefónica

A principios de 1878 aparecieron en la prensa salmantina las primeras noticias haciéndose eco del nuevo invento. No había pasado mucho tiempo desde que Graham Bell presentara en Estados Unidos la patente obtenida de su teléfono (7 de marzo de 1876) y de que creara (9 de julio de1877) la Bell Telephone Company para la explotación comercial del novedoso aparato.

Grabado publicado en el nº16 de 
La Ilustración Española y Americana en 1877
La nueva era de las comunicaciones entró muy rápidamente en España, implantándose inicialmente mediante líneas internas de uso particular que daban servicio empresas y organismos oficiales.
La primera experiencia telefónica en Salamanca de la que tenemos noticias fue promovida por la empresa de D. Anselmo Pérez Moneo, Moneo e Hijo, que en 1884 tras adquirir uno de los primeros aparatos comercializados en España fue instalado para la comunicación entre su casa y su taller. Tuvo además la intención de hacerlo funcionar en La Alamedilla durante las ferias y fiestas de ese año.
También, nos consta, que D. Luis González de la Huebra adquirió un aparato en noviembre de 1886 para su comunicación interior y más tarde hizo lo mismo el relojero Winzer comunicando su casa y su taller, ambos en la calle de la Rúa. Para entonces ambos habían iniciado la comercialización e instalación de teléfonos en Salamanca. Otras líneas, menos personales, que comunicaban organismos oficiales y empresas, fueron instaladas durante este periodo inicial. En 1887 se estableció la comunicación entre la Diputación y el Gobierno Civil y en 1889 quedó conectado el Ayuntamiento con la empresa del alumbrado eléctrico “La Electricista Salmantina”.

Sin embargo, a pesar de la rapidez con la que España había conocido el teléfono, el gobierno fue dubitativo en cuanto a la forma adecuada de implantación y explotación de las redes de telefonía urbanas, redes que permitirían la comunicación entre todos los abonados locales ampliando exponencialmente la utilidad del nuevo invento. En su momento, el gobierno empleó como método de explotación del ferrocarril la titularidad privada obteniéndose resultados claramente negativos hasta el punto de poner en peligro la economía del país. Por contra para el telégrafo se utilizó, con más éxito, la titularidad pública.
Modelos de Teléfonos.
La Gaceta Industrial del 10-04-1888 
El 16 de agosto de 1882 fue publicado un Real Decreto entregando la construcción y explotación de las redes telefónicas a la iniciativa privada, aunque manteniendo el control estatal sobre tarifas, servicio y construcción. Pronto las dudas sobre la importancia estratégicas del nuevo servicio y su viabilidad económica provocaron cambios en la normativa para la adjudicación de explotaciones variando según el color del gobierno de turno, con los liberales inclinándose hacia la iniciativa privada y los conservadores hacia la pública provocando una inseguridad que fue sin duda freno para la implantación de la telefonía.
Lo anterior, tal vez, pueda hacer entender el hecho de que a pesar de que con fecha de 28 de septiembre de 1887 se publicarán en la Gaceta Oficial las normas que habían de regir la subasta para el establecimiento de una red telefónica en la ciudad de Salamanca, esta no llegara a cristalizar. De la subasta, anunciada en la prensa para el 29 de octubre, nada sabemos, ni su realización ni de su resultado, tal vez fuera suspendida o quedara desierta, a pesar de que conocemos las intenciones de la empresa del Sr. Moneo de  presentarse a ella. Lo cierto es que Salamanca no dispuso en breve de red telefónica urbana. 

En 1890, a pesar de la existencia en España de un buen número de redes urbanas, instaladas y en servicio, bajo la concesión a empresas privadas como las de Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla, Zaragoza o Málaga, los vaivenes políticos, que oscilaban entre el temor a la pérdida de un valioso servicio en manos particulares y el miedo a la implantación de un peligroso monopolio estatal, se inclinaron hacia un sistema de explotación mixto en el que el Estado se haría cargo de la construcción de las redes urbanas manteniendo su propiedad, mientras que concedería la explotación a empresas privadas reservándose el Estado la posibilidad de incautación del servicio con la debida indemnización. Al concurso también podían presentarse municipios y corporaciones locales, Este sistema estuvo vigente con ligeras variaciones hasta la creación, en 1924, durante la dictadura del General Primo de Rivera, de la Compañía Telefónica Nacional de España.
Al año siguiente, en 1891, también quedó establecida la normativa para el establecimiento de las líneas interurbanas, cuya construcción quedarían en manos de empresas particulares con derecho a la explotación durante 25 años pasando entonces a control del Estado.


La red urbana de Salamanca 

En manos del Estado, la construcción de la red urbana de Salamanca se demoró hasta marzo de 1895, la pequeña red de hilos suspendidos de palomillas y soportes sujetos a muros fue tendida con brevedad y la central, que albergaba el equipo de conmutación y los equipos necesarios para el establecimiento de las llamadas, se instaló en un local de la Plaza Mayor (trasladada más tarde a la calle Doctor Riesco nº1 (Toro) con acceso a la Plaza Mayor).
La concesión para su administración quedó manos del levantino D. Modesto Ciller Miñano, propietario, desde mayo de 1891, de la tienda de ultramarinos y productos coloniales situada en la calle de la Rúa nº 13 y 15, que había nacido bajo la razón social de “La Equitativa P.C. Miñano”, constituida en noviembre de 1888 y de la que también fue socio el Sr. Ciller. En esta misma dirección quedó fijada la sede social de la administración de la red.

Tras el necesario tiempo de pruebas, desde la Dirección General de Telégrafos se concedió la autorización para comenzar el servicio, a efectos legales quedó abierto el día 17 de agosto de 1895.
Antes incluso de esa fecha algunos comerciantes publicitaron su número de abonado. D. Luis González fue el primero en incluirlo en su publicidad en la prensa del 14 de agosto, así como también el diario “La Información” lo incluyó en su cabecera. Prensa y comercio fueron los sectores más receptivos al nuevo servicio.
La instalación del teléfono causó tanto asombro como lo hizo la del alumbrado eléctrico. Los salmantinos deseaban tocar un auricular y poder hablar y escuchar la voz que desde alguna otra parte de la ciudad era transportada de forma prodigiosa, casi mágica, por un cable. Vecinos, familiares, amigos y hasta desconocidos se disputaban la atención de los abonados para poder acercarse al nuevo invento, convirtiendo el tener teléfono en un nuevo estatus social. A finales de septiembre se superaron los cien abonados por lo que fue preciso solicitar una nueva central para 100 nuevos clientes. Pronto el teléfono se empleo en nuevas facetas de comunicación como la emisión de veladas musicales o de la conferencia que, el 2 de mayo de 1897, ofreció el obispo Padre Cámara desde el Círculo Mercantil que los abonados pudieron escuchar cómodamente desde su casa.


Tienda de ultramarinos Los Cubanos sede de la administración de la red telefónica

La enfermedad de uno de los hijos de D. Modesto Ciller le obligó, en 1899, a abandonar Salamanca en busca de un clima más cálido y, en consecuencia, a traspasar todos sus negocios en la ciudad. El traspaso lo cerró con D. Lázaro Bartolomé que se quedó con la concesión de la red telefónica local y el comercio de ultramarinos de la calle de la Rúa además de otros negocios. D. Lázaro mantenía propiedades en la isla de Cuba de donde, muy probablemente, había regresado tras el desastre de 1898. Esta fue la razón por la que el comercio de ultramarinos y coloniales comenzó a ser conocido con el nombre de Los Cubanos y así lo testifica su propia publicidad a partir de 1904. La tienda, en la que siguiendo la costumbre comercial del siglo XIX se podía adquirir prácticamente cualquier cosa, se estaba consolidando como sede de la administración de la red telefónica urbana, prolongándose esta situación prácticamente hasta que la Compañía Telefónica Nacional de España monopolizó la explotación del teléfono en 1925.

En efecto, red y ultramarinos pasaron en 1909 a pertenecer a la denominación social Bartolomé y García. Y en 1914, ambos se traspasaron al comerciante D. Sebastián García Tocino que mantuvo los dos negocios hasta el 4 de agosto de 1916, cuando los transfirió a la sociedad formada por Don Segundo Herrero Franco y el santanderino D. Isidoro Campo y Fernández Hontoria bajo el nombre de Herrero y compañía. 



Finalmente, en octubre de 1923, tomó el traspaso de la tienda de ultramarinos el comerciante ledesmino D. José Hernández González, mientras que D. Segundo Herrero mantuvo la administración de la red telefónica urbana que finalmente perdió en 1925 cuando, durante la dictadura del General Primo de Rivera, pasó a ser responsabilidad de la monopolista C.T.N.E.


La lenta implantación del teléfono en la ciudad y la llegada de la red interurbana

El inicial entusiasmo por el teléfono, sin duda un gran invento, no tardó en decrecer. La Salamanca de finales de siglo XIX, repleta de carencias, no podía costear los altos precios de los abonos, además al no crecer estos a un ritmo razonable su utilidad quedaba muy mermada, utilidad también afectada por su limitación al ámbito local. Una de las razones de los altos precios era que al no existir contadores que permitieran pagar según su utilización la contratación se basaba en precios fijos mensuales, si bien variables según el lugar donde se instalaba, pero en cualquier caso muy caros para trabajadores. Así, según las tarifas de la Sociedad de Teléfonos de Madrid, que pueden servir de orientación para las vigentes en Salamanca por estar reguladas por ley, un abono para una casa particular unifamiliar costaba 300 pesetas al año, si era para una casa multifamiliar con uso por parte de todos los inquilinos el costo ascendía a 600 pesetas y si se trataba de un casino, café o círculo la cuota ascendía a 1.000 pesetas. A estas cifras habría que añadir el costo de los aparatos, supletorios, pila, timbre, etc. Precios muy elevados si tenemos en cuenta que el salario de un trabajador poco cualificado rondaba las 1.000 pesetas anuales.

Hubo que esperar hasta el 17 noviembre de 1913 para la entrada en funcionamiento de la línea interurbana y la inauguración de la central interurbana, en la calle Doctor Riesco nº 32 (Calle Toro, en el piso primero de la casa de la señora Dª Dolores Fernández, viuda de Samaniego), trasladada en 1918 a la calle Quintana nº 5, ambas propiedad de la Compañía Peninsular de Teléfonos, convertida ya en esos momentos en monopolio de las líneas interurbanas españolas y que acabaría integrada en la C.T.N.E. La línea interurbana unió inicialmente Salamanca con 18 provincias lo que impulsó en gran medida la utilidad del teléfono pero no consiguió disparar el número de abonados. Las demoras en las conferencias fueron proverbiales, a lo que había que sumar el hecho de que el cierre de la central interurbana durante las noches reducía considerablemente el horario accesible.
Se llegó a 1921 con 543 abonados que representaba 1.5 líneas por cada 1000 habitantes siendo en España la media de 3.7 líneas por cada 1000 habitantes, cifras ambas irrisorias para los valores actuales de más de 1200 líneas por cada 1000 habitantes (830 móviles y 410 fijas al iniciarse 2017).

El 19 de abril de 1924 se fundó la Compañía Telefónica Nacional de España consecuencia de un  acuerdo entre la americana ITT, con mayoría de acciones, y un grupo de inversores españoles. Como resultado de la política económica intervencionista de la dictadura del General Primo de Rivera, el 29 de agosto de 1924 se firmó el acuerdo entre el Estado y la nueva compañía por el que se le cedió el servicio telefónico en régimen de monopolio, pero eso es otra historia.





© C.H. B20/11/17 Rev. 01



Fuentes:
Prensa salmantina histórica 1878-1925.
Angel Calvo Calvo- El teléfono en España antes de Telefónica (1877-1924).Revista de Historia Industrial N." 13. Alio 1998.
José Javier Millán Prades y Mª Angeles Velamazán Gimeno. La implantación del teléfono en Zaragoza (1878-1928) ILUIL, vol 26, 2003