El Adelanto


Imprenta de D. Francisco Núñez. El Adelanto, el Fuego y el Agua 
Fotografía del 15 de mayo de 1913. Desconocemos el autor


La imagen se captó en la fiesta que organizó la familia Núñez el 15 de mayo de 1913 para celebrar la finalización de las obras de las nuevas instalaciones de la imprenta de D. Francisco Núñez, propietario y editor del diario El Adelanto. En la calle Ramos del Manzano (engullida hoy por el último tramo de la Gran Vía), sobre los antiguos solares de la imprenta, terminaban de ser construidas dos amplias naves, una de 30 m de largo por 13 m de ancho y una altura de 4,5 m y la otra de 19 metros de largo por 12 de ancho con una altura de 5,5 m, dividida en dos plantas. La primera nave fue destinada a la maquinaria tipográfica y cajas de composición, y la otra a dependencias de encuadernación, redacción del periódico, habitaciones para obreros y otros menesteres. Además de la familia Núñez, la fiesta reunió a redactores de El Adelanto, operarios de la imprenta, repartidores y vendedores de periódicos y otros dependientes de la casa. 
Comenzaba una nueva era para la empresa.

Cinco años después……

A arrebato, tocaban las campanas de las iglesias de la ciudad. El continuo repiqueteo, que invariablemente anunciaba alguna desgracia, despertó a los vecinos. Eran las cuatro y media de la madrugada del día 5 de agosto de 1918 y tras la desorientación y las confusas noticias iniciales los vecinos conocieron que ardía una carpintería en el número 4 de la calle Caldereros. 
El fuego fue descubierto hacia las cuatro y cuarto de la mañana cuando una pareja de la Guardia Civil, que se dirigía por la calle Caldereros hacia su punto de servicio en la estación de tren, percibió los resplandores de las primeras llamas en el taller mecánico de carpintería de D. Elías Pérez de la Fuente. Poco tardaron en dar aviso a su cercano cuartel que de inmediato se movilizó. La Benemérita acordonó el taller incendiado, avisando y ayudando a los moradores más cercanos. Pronto una multitud de personas se agolpó en la zona, curioseando o tratando de colaborar. Pero irremisiblemente la naturaleza de los materiales almacenados en la serrería contribuyó a avivar las llamas, alcanzando el incendio tal magnitud que amenazaba con trasladarse a los inmuebles vecinos. 
La intervención de los bomberos con las dos bombas del Ayuntamiento, que rápidamente acusaron su antigüedad y la falta de agua en los pozos vecinos, no logró impedir que el fuego pasara a las dependencias de la imprenta de Núñez, aledaña al taller de carpintería. El fuego alcanzó las naves de la imprenta por el techo, en la zona de viviendas donde residían algunos de sus trabajadores con sus familias y las cocheras donde se guardaban los coches y el material de la empresa funeraria, también propiedad de los señores Núñez. Mientras se trataba de salvar los enseres y materiales de las dependencias, la bomba del Hospicio, llegada en último lugar y manejada eficazmente por hospicianos, intentaba que el fuego no se propagara al resto de la imprenta. Para ello contó con la ayuda de una sección del Regimiento de La Albuera que en fila acarrearon cubos de agua desde el Hospital Viejo (ahora casa de las Siervas de San José) y las casas del Sr. Sevillano (desaparecida casa palacio del siglo XVIII frente al Hospital). 
Hacia las nueve de la mañana, ante la escasez casi absoluta de agua y que el fuego, aunque controlado, no terminaba de remitir, se procedió a perforar la nueva red agua tendida por la Sociedad de Saneamiento (intento fallido de solucionar el problema de alcantarillado y suministro de agua), con cuyo caudal y presión lograron sofocar totalmente el incendio.

No hubo desgracias personales pero los daños fueron cuantiosos, la carpintería mecánica de D. Elías quedó totalmente destruida, tanto sus materiales como sus máquinas, mientras que la imprenta de Núñez perdió parte de una de sus naves y diversas máquinas, utensilios y pertenencias de su empleados. Sin embargo la impresión de El Adelanto pudo, aún con molestias, continuar sin tener que suspender la edición de ningún número.

Afortunadamente una parte importante de los daños fueron cubiertos por las compañías de seguros y ambos negocios pudieron restablecerse. No hemos podido averiguar la causa del incendio, tal vez un cortocircuito o un cohete de los varios que se lanzaron esa noche por ser la fiesta de San Esteban. Pero la falta de agua, problema endémico en aquella Salamanca y que tardaría aún años en resolverse, empeoró sus consecuencias.


© C.H. fc 11/02/16 Rev. 00





Talleres de El Adelanto en Ramos del Manzano 
Fotografía de 1972


En la calle Ramos del Manzano (hoy Gran Vía), casi invisibles tras el bosquecillo de castaños de indias cuya tupida fronda solo permitía verlos en invierno, estaban los talleres de imprenta que fundara, en la década de 1870, D. Francisco Núñez Izquierdo (1851 Adalías, Valladolid - 1931, Salamanca). La imprenta confeccionó durante cien años el diario salmantino El Adelanto, nacido como semanario el 22 de julio de 1883 y cerrado en mayo de 2013 como consecuencia de los graves problemas económicos que padecía.
El solar había sido ocupado a mediados del siglo XVII por los monjes Agustinos Recoletos que, tras haberse asentado en varios puntos de la ciudad, levantaron su convento sobre unas casas que compraron en el sitio que entonces recibía el nombre de Barrio de la Luna y luego plazuela del Hospital de la Santísima Trinidad (Hospital General, hoy colegio de las Siervas de San José). El convento que estaba separado por la esgueva o arroyo de Santo Domingo, también llamada esgueva de Santa Rita, del convento de los Trinitarios Descalzos (luego dependencias municipales, cuartel de la Guardia Civil y actualmente edificio de juzgados), recibió el nombre de San Nicolás de Tolentino, aunque fue conocido popularmente como convento de Santa Rita. Según parece, llegó en muy mal estado al alborear del siglo XIX, sufriendo además un gran expolio durante los años de la francesada y luego el abandono. Cuando D. Francisco Núñez compró en la década de 1870 los desvencijados locales en donde emplazaría su imprenta, prácticamente nada quedaba del convento y aún menos quedó con las sucesivas ampliaciones y reformas de las instalaciones. Algunas de estas transformaciones fueron debidas a accidentes como el incendio que, en agosto de 1918 y originado en una serrería de la calle Caldereros, afectó seriamente sus instalaciones y cuya reparación dejó el edificio con el aspecto con el que llegaría a la década de 1980. 
En junio de 1972, siendo alcalde de la ciudad D. Pablo Beltrán de Heredia, se dispuso la expropiación de los terrenos de El Adelanto necesarios para abrir el último tramo de la Gran Vía. La expropiación apenas afectó a los talleres pero eliminó tres de las filas de castaños de indias que habían formado el tupido jardín quedando solo una, la más cercana a las edificaciones. Los talleres de El Adelanto continuaron funcionando en la Gran Vía hasta su cierre y traslado en 1983. Poco tiempo después las naves fueron derribadas y su solar convertido en un bloque de viviendas.


© C.H. fc 13/10/15 Rev. 00